martes, 20 de noviembre de 2012

Payada

La payada es una forma poética de improvisación propia de la pampa argentina (aunque
disciplinas similares se registran en Chile, Uruguay y, en menor medida, en Brasil). Tiene dos
variantes principales, una es la improvisación individual donde el cantante, llamado payador,
improvisa acompañándose con su guitarra, sobre temas universales o aquellos que le son
propuestos por su auditorio. La otra es la payada de contrapunto que consiste en una suerte de
duelo poético que sostienen dos contrincantes, con acompañamiento de guitarra. El primero de
los contrincantes propone el tema general de la payada y el esquema métrico al que debe ceñirse
(suelen ser octosílabos combinados en cuartetas y décimas). El segundo, que acepta el desafío,
realiza una breve exposición del asunto y la cierra provocando a su contrincante con alguna
pregunta de difícil resolución poética. A partir de aquí el duelo se extiende indefinidamente,
hasta que alguno de los dos payadores no pueda responder inmediatamente cuando le llega su
turno.
El término “payada” proviene de la voz popular que designa al campesino: “paya” o
“payuca”. Su antecedente directo se encuentra en las pujas verbales de los gauchos que se
encontraban en las pulperías y que se medían para demostrar quien superaba al otro en ingenio y
rapidez. Eran, además de un entretenimiento, un índice de prestigio social y el gaucho payador
que era vencido con la guitarra se encontraba obligado a limpiar su honor en duelo de cuchillo.

LA DÉCIMA:
Es una estrofa, culta y compleja, de diez versos octosílabos y de rima consonante en los versos 1-4-5; 2-3; 6-7-10 y 8-9. Su contenido exige punto, dos puntos o por lo menos punto y coma al terminar el cuarto verso. El tema se presenta en los primeros cuatro versos y se desarrolla en los seis restantes; el pensamiento contenido en la estrofa debe concluir en el décimo verso.
En el trabajo de Brígido Redondo, destacado investigador y renombrado poeta mexicano dedicado al estudio de la décima, encontramos que sus orígenes se remontan al año 850 en la poesía musulmana; en España aparece en romances previos al de Rodrigo Díaz de Vivar (1140); en la literatura gallego-portuguesa esta estrofa se encuentra en compilaciones de 1280. Si nos detenemos en España, encontramos que la obra del Rey Alfonso X (1221-1284) “afirmó lengua de Castilla como lengua poética”, afianzando también la décima que nutrirá a la generación de poetas españoles del Siglo XIV. Pasamos así por numerosos escritores, llegando al siglo XVI y XVII donde encontramos esta estrofa –ya con la forma definitiva que le otorga don Vicente Espinel- en Lope de Vega, Tirso de Molina o Calderón de la Barca.
Con la colonización de América y su transculturación la décima se expande por todo el Nuevo Continente. En la Argentina las más antiguas que se conservan están dedicadas al Virrey Liniers.
La payada, surgida en las postrimerías del virreinato, se agigantó durante la epopeya de la emancipación, para declinar durante la época de Rosas, al menos en la ciudad de Buenos Aires.

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