martes, 20 de noviembre de 2012

La Yerra


La “yerra” es la acción de marcar el ganado con un hierro al rojo vivo, en cuyo extremo lleva el logotipo del propietario. Su finalidad es nada menos que establecer legalmente la propiedad sobre la hacienda. Hay un registro completo de las mismas en la Dirección de Marcas y Señales, una dependencia del Estado que se encarga de controlar todo lo referido a este tema.
La yerra es un trabajo que se realiza generalmente en invierno, época en que los terneros están más limpios y las heridas cicatrizan con más rapidez, con lo que disminuye la posibilidad de infecciones, por efecto de las moscas.
Como es un trabajo, muchos ganaderos lo realizan en privado, en bretes, cepos o mangas que agilizan la tarea y evitan riesgos, tanto para el peón como para el ganado vacuno.
Sin embargo, hay otros que prefieren hacer la yerra en público, organizada como un espectáculo. Tal es el caso de la “Yerra de Don Darío”, que convoca a vecinos de las provincias de Formosa, Chaco y Santa Fe, al más humilde trabajador de otras estancias y a peones ya jubilados. Todos ellos asisten felices con sus mejores pilchas gauchas.
Entonces la yerra deja de ser una tarea y se convierte en la fiesta de la argentinidad, porque cada hombre de campo siente renacer al gaucho que lleva adentro y que no puede sacar a la luz en circunstancias en las que la tecnología, la moda urbana o la presión comercial se imponen a las antiguas tradiciones en el modo de vestir.
Coraje en cada prueba
Puede decirse que aquí la yerra es un congreso de gauchos en el que todos pueden demostrar su habilidad para pialar al primer intento y derribar a un ternero al que se va a marcar. Esa tarde sólo algunos, los de mayor coraje, harán gala de su destreza para domar a los vacunos, aunque más no sea por unos segundos, y enfrentarán el riesgo de ser bruscamente desmontados por el animal que se defiende con toda su bravura, a saltos, patadas y cabezazos.

La ocasión será propicia para voltear “a la uña”, es decir, lograr echar y dominar al animal que saldrá embistiendo a toda velocidad, en busca de una salida. Allí se encontrará, de pronto, con un gaucho conocedor de las técnicas que, a manos limpias, sin lazo, se le aferrará con cuerpo y alma para lograr su cometido, ante el grito (sapukay) de los demás y el aplauso maravillado de los mirones.
En una yerra aparecen todos los atributos del gaucho, porque también hay quienes llegan montados en el mejor caballo que tienen, se lucen ante las damas y comparten alguna bebida fuerte o un mate amargo, que nunca falta. Todo eso se desarrolla mientras el asado a la estaca desparrama ese olor inconfundible y uno empieza a imaginar que será más sabroso que cualquier otro en el planeta. Sin embargo, para probarlo habrá que esperar el mediodía, cuando la yerra, que arrancó a horas muy tempranas, llegue al final.
Ese asado a la estaca, como es costumbre, empieza a cocinarse a la madrugada, alrededor de la zanja donde la leña más dura -conocida como “leña de corazón”-, brinda su mejor brasa. Sin duda, este rito es todo un arte.
Durante el almuerzo nunca falta algún músico que anime la reunión y alguna pareja que luzca su habilidad al ritmo de una zamba, de una chacarera, de un chamamé o de una polca. Así, el baile improvisado se arma cerca del corral, con su característico olor a bosta, debajo de unos árboles que dan sombra lejos, muy lejos de la ciudad.
Tampoco estarán ausentes la torta frita, el pastelito, la empanada, el locro o alguna otra rica comida tradicional.
En verdad, la yerra suele iniciarse unos días antes con la recolección de los terneros a marcar o señalar. Generalmente los ganaderos encaran esta rutina sin público y dejan cierta cantidad de animales para organizar un espectáculo gratuito, que supone un gasto importante para ellos, pensemos tan sólo en el asado que se servirá a los presentes. En la última “Yerra de don Darío”, por ejemplo, se faenaron más de diez reses y en esa ocasión cooperadoras escolares y alumnos de la zona recaudaron fondos para sus instituciones y para el viaje de egresados.
¿Entonces, qué es lo que lleva a un ganadero a realizar un espectáculo que le ocasiona gastos importantes? La pregunta nos lleva a otra, al principio de esta nota: ¿qué es una yerra?
Una yerra es el resultado del trabajo del año anterior en un establecimiento ganadero, un momento del año en que el propietario evalúa su producción en terneros, su ganancia. Una yerra pública, en cambio, es una forma de compartir su ganancia con aquellos que participan del espectáculo, es una forma de dar gracias a Dios por lo recibido como fruto del trabajo, su trabajo.
Nosotros simplemente debemos valorar la decisión del ganadero de realizar una yerra de tranqueras abiertas. Sin pretenderlo se trata de un acto en defensa de las tradiciones gauchas. En otras palabras, la yerra es la más pura y completa vigencia de argentinidad.
Por Gabriel Ermacora
Para LA NACION

Fuente:http://www.lanacion.com.ar

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