miércoles, 21 de noviembre de 2012

La Leyenda De Gabino


Casi me suena a leyenda, la historia que me contaron
ya muchos años pasaron de una terrible contienda;
la causante fue una prienda que convirtió en asesino
a un puestero, un tal Gabino que por ella y su traición
mató en un duelo al patrón una tarde en un molino.
Comentan que era cantor, que su voz era un lamento
mezcló en su estampa y su acento al zorzal y al picaflor.
Y por culpa del error marchó pa´ siempre el paisano
con la guitarra en sus manos, y el puñal en la cintura,
y se perdió su figura en los montes entrerrianos;
más de un rastreador mandaron pero aquel que se atrevió
nunca jamás regresó ni sus huellas encontraron.
Pero después comentaron que en aquella selva había
una ciénaga que hacía confundir a aquel que entraba,
y si en ella se ganaba, para siempre se perdía.
El tiempo quizás borro la historia de muchas mentes,
y paso a ser simplemente, un hecho que ya ocurrió;
pero nadie imaginó que en tremendo desafío
entre veranos y fríos Gabino vive quizás,
cual paloma montaras en las selvas de Entre Ríos.
Porque un tropero al pasar, siendo en los montes baqueano,
en un claro vio un anciano que intentaba disparar,
al no poderlo lograr, al sentirse descubierto
a pesar del desconcierto desenvainó su puñal,
y echó ancas a un matorral cual montés en campo abierto,
el tropero disparó y en el boliche una tarde dijo:
- no es bueno que guarde lo que mi vista observó -
casi ninguno creyó la historia que les contaba
pero en un rincón estaba refregándose las manos
nerviosamente un anciano que muy atento escuchaba.
-yo si le creo al tropero- comentó don Saturnino
-puede ser que sea Gabino, el fue mi gran compañero,
yo fui mensual y él puestero en la estancia de Almaraz
y hoy cuando el sol no esté más perdido en el horizonte
en las entrañas del monte descubriré la verdad.
cuando la noche a llegar le apago al monte los trinos
ya lo encontró a Saturnino muy dispuesto a averiguar
una lechuza al chistar aquel silencio corto
y allí el anciano soltó un silbo que llevó el viento
y el monte como en un lamento, un silbo le devolvió ,

Así encaró decidido:
a cada paso silbaba y el ceibal le contestaba un silbo muy conocido
y de pronto estremecido en un clarito se halló, con un fogón que alumbró
una imagen que desgarra, un anciano, una guitarra, y como testigo Dios.
En tan extraño paisaje se encontraron dos amigos
y como mudo testigo, la guitarra sin cordaje,
y ya devuelta del viaje les comentó a sus paisanos
con la guitarra en las manos y un lamento en la garganta,
de noche Gabino canta en los montes Entrerrianos!











Carlos Ramon Fernandez.

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