sábado, 26 de octubre de 2013

Cuando Murió El Reservado

Medio sol quedó tapao
dando una mala noticia,
y en todo el país es primicia
la muerte de un reservao.
El viento trajo enancao
el canto de un payador,
que nombraba con dolor
en su décima hilvanada
al rey de las jineteadas, 
para más dato: "el mejor".

Se asientan los reservaos
y tiemblan los andadores,
callan los animadores
y el país queda asombrao
Más de un cencerro ha callao
por respeto, sus cantares,
y en infinitos lugares
donde ha ganao a su modo
lo recuerdan y ante todo
lo lloran en Cascallares.

Calla su canto el jilguero
y un zorzal entristecido,
alza vuelo, deja el nido
y amargao deja el potrero.
Parao en un esquinero
ya de esperar se ha cansao,
el tordo que se ha posao
sobre su anca victoriosa,
triste en un palo reposa 
con su plumaje enlutao.

Pasaron... y está de luto
ha muerto "El Zorro", señores,
mejor entre los mejores, 
el más beyaco, el más bruto.
De silencio hizo un minuto
el paisanaje por él, 
se ha ido el amigo fiel
de don Omar, una gloria; 
murió el mentao de la historia
el glorioso pingo aquél.

Cuentan que antes de marcharse,
temprano por la mañana,
muy tristón, casi sin gana, 
buscaba un sitio pa echarse.
Lo haya, no duda en tumbarse,
y al sur se cae apuntando
después como emprolijando
el mismo giró sereno
va a morir como los buenos
y al norte queda mirando.

Fue diciembre y cuatro y diez
de la tarde entró a sudar, 
lo pudo el dueño bañar
y fue por última vez.
No soportó su vejez, 
ya los años lo han vencido
y cuatro y veinte rendido
se apagó como un candil, 
casi pisando el dos mil, 
con veintinueve cumplidos.

Lo acarició el tropillero, 
después en forma tristona, 
abrió paciente una lona
y al "Zorro" lo tapó entero.
Llegaron sus compañero
a mirar su estampa quieta, 
y aunque no fuera "El Maceta",
igual lo homenajearon, 
y quienes más lo cuidaron
fue el "Virola" y la "Careta".

Y hoy está por la tranquera
donde cayó a flor de tierra, 
junto a una tumba que encierra
toda su historia campera.
Y si por ahi recorriera
su pago en cualquier momento, 
puede quedar sin aliento
cuando vea que en su suelo: 
quien despreció los piguelos

hoy ya tiene un monumento.


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